La elegía de Kulan Gath
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Los Vengadores colaboran con la Fundación Maria Stark demoliendo unos edificios para que pueda construirse un centro social. Happy Hogan presenta el proyecto a los medios, colaborando a mejorar la publicidad de los Vengadores.
Jarvis comprueba que cada día quedan menos manifestantes frente a la Mansión, desde que se han hecho las paces entre los Vengadores y la Comprensión Trina. Maria de Guadalupe le muestra un telegrama que ha recibido de Costa Verde, y le dice que debe regresar, pero Jarvis le dice que no va a ir sola. Cuando los Vengadores regresan, toman un quinjet para acompañar a Garra Plateada. Ella les explica que su difunto padre le contó que era hija de la diosa Peliali, y que un día tendría que enfrentarse a una amenaza del pasado remoto. Por el telegrama que ha recibido, esa amenaza ha llegado.
Cuando llegan a espacio aéreo de Costa Verde, los Vengadores se ponen en contacto con las autoridades, pero ellos les dicen que nunca ha existido la aldea de los Kamekeri, donde creció Garra Plateada. Ella no entiende lo que está pasando, pero entonces ven que donde estaba la aldea ahora hay una ciudad antigua y arcana. En ese momento se ven atacados por unos soldados montados en águilas gigantes, que les dicen que van a morir por la gloria de Kulan Gath. Iron Man y Pájaro de Guerra se encargan de ellos, mientras la Bruja Escarlata siente que hay un campo místico que rodea la ciudad. Una vez que han aterrizado el quinjet, Pájaro de Guerra, Goliat y Hulka entran en la ciudad, pero se ven transformados por el campo místico. Afortunadamente Iron Man consigue sacar a sus compañeros de la ciudad, y regresan a la normalidad. Entonces Kulan Gath se pone en contacto con ellos, y les dice que huyan del lugar o les matará. Los Vengadores se instalan fuera de la ciudad, mientras buscan una manera de detener a Kulan Gath, sin ser conscientes de que son observados. Garra Plateada siente cuál es el verdadero plan de Kulan Gath: controlar a su madre, la diosa Peliali.